MATÍAS ÁVALOS
Arriesgo que de ritmo, de prosodia y de sintaxis

«Si un autor reemplaza nombres en un poema dependiendo del lugar de lectura es porque podría no haberlo escrito» dice un matemático italiano en un español muy matemático e italiano; cejijunto, niego con la cabeza y tomo otro sorbo de mi cerveza. Sin embargo, la definición de arte que siempre uso se parece a su argumento.

Cada vez que leo un poema con apellido [feminista/político/lgtbiq+] digo «hacés una obra porque no podés hacer otra cosa , porque si no lo hacés te morís, o te matás»

Pongo al silencio entre nosotros y pienso ¿por qué me gustó tanto el reemplazo que hizo Montalbetti en su poema de los restos de avión, por unos de barco?

Traducción

digo en voz alta, y el italiano, que había hablado toda la noche de eso, junta todavía más las cejas, tira el mentón hacia adelante y espera.

El poeta trasladó su poema a otro contexto, lo que quedó en el viaje es lo que sobrevive en cualquier traducción lograda. No es el tempo ni la cadencia ni la prosodia de Maiakovski, no es el contexto histórico ni social ni económico de Dante, que suelen ser mencionados en los apéndices —órgano prescindible en cualquier cuerpo— o si lo es, si es eso lo que sobrevive, es todo al mismo tiempo y produce un sentido tan concreto como imposible de explicar, como las enfermedades simultaneas del señor Burns que lo volvieron inmune, como el olor a matadero y desechos en el aire del Conurbano Bonaerense, que lo cubren por completo, pero terminan definiéndolo.

Lo que sobrevivió es la verdad del poema, sin abstracciones políticas, así como un bebé no extraña, necesita, un poema no quiere decir algo, lo hace. Habría que ver de qué está hecha la verdad del poema. Arriesgo que de ritmo, de prosodia y de sintaxis.